Europa financia una guerra civil en África para llevarse las materias primas, mientras su maquinaria mediática se encarga de decirle a la opinión pública mundial que se trata de una guerra entre cristianos y musulmanes en la República Centroafricana.
“No es una guerra contra los blancos”.
Empresas europeas son los principales clientes de tres compañías centroafricanas que en 2013 pagaron más de 3,4 millones de euros a los grupos armados del país a cambio de poder continuar con su actividad durante la guerra.
Estas empresas, que contribuyeron a financiar un conflicto en el que han muerto al menos 5.000 personas, se beneficiaron de un acuerdo preferencial de la UE y de ayudas millonarias de Francia, según un informe de la organización británica Global Witness.
La guerra en la República Centroafricana (RCA), definida tantas veces como religiosa por las matanzas entre musulmanes y cristianos, tenía un trasfondo más prosaico: el poder y el dinero; la carrera desenfrenada de diversos grupos armados destinada a controlar lo que el economista británico Paul Collier define como “la maldición de los recursos naturales” del continente africano.
El brillo de los diamantes y del oro; el potencial energético del uranio y la promesa del petróleo, competían con otra riqueza menos aparente pero enormemente lucrativa: la madera tropical, un material que, en su mayor parte, ha terminado en los jardines y terrazas de Europa, fundamentalmente de Alemania, Francia y Reino Unido, y, en menor medida, de España, que también compra este producto centroafricano.
Global Witness, una organización británica sin ánimo de lucro especializada en desvelar el vínculo entre guerras, corrupción y recursos naturales, acaba de confirmar en un informe titulado “Madera de sangre; cómo Europa contribuyó a financiar la guerra centroafricana” que este comercio –y de forma involuntaria los consumidores europeos– financió el conflicto en el país africano, una violencia en la que dejaron sus vidas al menos 5.000 personas, en un cálculo considerado “muy a la baja” por Naciones Unidas y que no refleja “en absoluto el alcance y la brutalidad de las matanzas”.
Los muertos fueron quienes se llevaron la peor parte de una guerra que ha dejado a casi uno de cada cuatro centroafricanos –un millón de personas sobre una población total de sólo 4,6 millones– refugiado o desplazado.
En el informe se confirma que empresas europeas son los principales clientes de tres sociedades madereras con sede legal en el país africano –SEFCA, IFB y Vicwood Group–, pero de capital libanés, francés y chino, respectivamente.
Estas empresas conforman un oligopolio que controla el 99% de las exportaciones del sector en la RCA. Las conexiones con Europa no se quedan en meras ventas pues los dueños de SEFCA, los riquísimos empresarios libaneses Nessrallah y Jamel el Sahely, poseen a su vez el 50% de una de las compañías europeas, la francesa Tropica-Bois, identificada por Global Witness como la principal importadora de madera centroafricana.
En 2013, en lo peor de la guerra que sacudía Centroáfrica desde diciembre del año anterior, cuando la alianza de mayoría musulmana Seleka lanzó una ofensiva sangrienta para derrocar al presidente François Bozizé, estas tres empresas abonaron más de 3,4 millones de euros a ese grupo armado en concepto de pagos directos, sobornos, “peajes” en controles ilegales de carreteras y “escolta” armada para los camiones que transportan los enormes troncos arrancados a una selva que hasta hace pocas décadas aún era virgen.
“Nuestras investigaciones han mostrado que las empresas madereras que exportan ilegalmente a Europa han pagado millones de euros a los rebeldes culpables de masacres, secuestros, violaciones y reclutamiento de niños soldado”, sostiene Alexandra Pardal, responsable de campaña de Global Witness.
Un hombre arrastra el cadáver de un supuesto Seleka en Bangui (Reuters).- El Muni.
De acuerdo con las estadísticas oficiales de la República Centroafricana, el 59% de las exportaciones de madera acaba en el mercado europeo, esencialmente en Alemania (32%), Francia (20%), Reino Unido (5%) y en menor medida en otros países, entre los que los autores del informe citan a España.
El Confidencial ha solicitado al Ministerio de Agua y Bosques centroafricano los datos de las exportaciones de madera a nuestro país. Su respuesta ha sido citar a este periódico para la semana que viene, pues un responsable ha asegurado no disponer en ese momento de los datos.
La “protección” de los grupos armados
Mientras la actividad económica del país se paralizaba por la guerra en 2013 y 2014, los camiones de la sociedad SEFCA y de sus dos competidoras, IFB y Vicwood Group, transitaban sin ser inquietados por las pistas forestales plagadas de milicianos armados hasta los dientes que asaltaban a todo el que pasara por allí.
En privado, responsables de la sociedad SEFCA reconocían entonces, en conversación con este diario, haberse visto “obligados” a contratar a sicarios de la Seleka como “guardias de seguridad” so pena de ver sus instalaciones saqueadas.
Lo que sus responsables no decían era que estas tres empresas llegaron a acuerdos, siempre según Global Witness, con la Seleka que incluían pagos mensuales, “peajes” para atravesar puestos de control ilegales, escolta armada e incluso pagos directos al Gobierno golpista del presidente seleka Michel Djotodia.
En el caso de la sociedad SEFCA, consta un pago de 380.876 euros a los rebeldes. Los sobornos a la Seleka pudieron servir, según la organización británica, para financiar los supuestos crímenes de guerra y contra la Humanidad que, de acuerdo con la ONU, esta alianza rebelde podría haber cometido desde 2012.
Cuando los Seleka fueron desalojados del poder por la comunidad internacional en enero de 2014, sus enemigos de otro grupo armado, los Antibalaka, casi todos cristianos y animistas, tomaron el relevo en los controles ilegales de carretera en la región suroeste.
Y, de nuevo en esta ocasión, precisa el informe, las tres compañías madereras cerraron los ojos ante las atrocidades de esta milicia –también sospechosa de crímenes de guerra y contra la Humanidad–y efectuaron pagos por valor de 127.864 euros sólo en 2014.
De acuerdo con las leyes europeas, la madera explotada en estas dudosas condiciones de legalidad debería tener su acceso vetado a los mercados de la UE.
Sobre el papel, porque, si bien las exportaciones de diamantes centroafricanos se prohibieron para acabar con una fuente de financiación de las milicias, la madera ha seguido entrando tranquilamente en Europa.
Una indiferencia que ha resultado enormemente lucrativa para los dueños de las tres empresas que conforman el oligopolio del sector en Centroáfrica.
"Durante el conflicto, la madera se convirtió en el primer producto de las exportaciones de la RCA, un lugar ocupado hasta entonces por los diamantes.
Este producto llegó en masa a Europa, violando la legislación europea concebida para luchar contra la madera ilegal –el llamado Reglamento Madera de la UE–. El más importante importador de madera centroafricana, la sociedad francesa Tropica-Bois, basada en Francia, obtuvo un récord de beneficios en 2013, registrando un alza del 247% en relación con 2010”, desvela Global Witness.
La organización se puso en contacto con esta sociedad francesa, propiedad al 50% de los hermanos Sahely, los también dueños de SEFCA, la empresa centroafricana que hizo pagos directos a la Seleka.
Sin saber que estaba siendo grabada en vídeo, una representante de la compañía se refirió a la actividad de Tropica-Bois en Centroáfrica en estos términos: “Se trata de África. La guerra es tan habitual que en realidad ya no le prestamos atención… No es una guerra dirigida contra los blancos. No es una guerra a la que no se pueda ir”.
“No es una guerra contra los blancos”
Un agredido por querer defender su tierra de la tala de árboles y Un miliciano Antibalaka posa en un control de carretera cercano a la ciudad de Yaloke (Reuters).- El Muni.