Tengo 33 años, y salgo con un gran político de este país desde hace ahora cuatro años. Tengo para mí todo el confort del que una mujer puede soñar. Estoy realmente cómoda en términos económicos y todas mis amigas me envidian. Sin embargo, moralmente, confieso que no me va del todo bien.
Mis tres hermanas pequeñas ya tienen hijos y mi madre me insta a que la dé un nieto. Yo, viviendo en un suntuoso apartamento, me siento muy sola porque mi hombre nunca está aquí.
Él viaja todo el tiempo para sus misiones políticas. Pero, al mismo tiempo, la situación es muy tensa y tan sensible en el país que no puede permitirse un escándalo si se enteran que tiene un hijo fuera de matrimonio. «Eso sería malo para el negocio», dice él.
Así es que por ahora, estoy bajo tratamiento anticonceptivo. Me he puesto una inyección que me protege de embarazos durante un año. Nos vemos a escondidas en otros países, así como nos citamos en hoteles muy selectos, en lugares como Azuretti o Assinie. Pero, en público, no tengo derecho al abrazo, a las caricias ni a otros gestos afectivos.
A menudo nos encontramos en un mismo lugar y actuamos como si no nos conociéramos. Me siento atrapada en un círculo vicioso difícil de salir.
Imágenes del Grand Bassam, Abidjan, Costa de Marfil.- El Muni.
Me gustaría vivir como las jóvenes mujeres de mi edad. Y confieso que recientemente he tenido un romance con el guardaespaldas que él me asignó para mi protección.
Eso es lo que me ha hecho tomar conciencia del hecho de que ha llegado el momento de recuperar mi libertad y prosperar. Ya no soporto más todo eso.
Pero, tengo miedo, no por dejarlo solo porque tenga poder, sino porque durante todos estos años, no he sabido vivir sin lujos.
Necesito de vuestros consejos.
Anonimato preservado.
Fuente: Topvisages; netafrique.net
Traducción / Edición: Bk
El Muni