Desde aquél día a fecha de hoy, han pasado, exactamente, cuatro años.
Imágenes de la Guinea colonial.- El Muni.
Mi abuelo, quien vivió la colonización de la Guinea Española, la Autonomía del mismo territorio y murió sin ser un hombre libre, a los pocos años de que su tierra alcanzara la ansiada independencia, el 12 de octubre de 1968.
En la colonia fue esclavo; en la autonomía, sin los privilegios de un emancipado pleno por lo que padeció la segregación en sus propias carnes.
Pasó de esclavo a semiesclavo; en la Guinea Ecuatorial Independiente, fue etiquetado y represaliado, un oprimido por gacela solo porque optara mi abuelo por el bando de don Bonifacio Ondo Edu.
En resumen, mi abuelo murió sin ser un hombre libre. El hijo de mi abuelo, o sea, mi padre, nació esclavo. Los cuatro años en los que duró la autonomía los pasó en la inocencia de un joven en período de formación; pero, aún así, era medio esclavo porque su padre lo había sido.
Todo el período que llevamos de la Guinea Ecuatorial independiente, mi padre, como la mayoría de padres de familia en aquél minúsculo país, lo ha vivido obedeciendo sin rechistar, sin cuestionar; siempre viviendo bajo amenazas y sospechas, desconfiando hasta de la propia familia.
... Que si esto no se puede decir, que si lo otro no se puede preguntar; haber si llego a mañana con vida junto a mi familia, etc, etc.
Resumiendo, mi padre no es un hombre libre; me martiriza admitir que al paso que vamos y con su edad, morirá sin ser un hombre libre, sin poder decir con libertad lo que realmente piensa, sin poder hacer lo que le plazca mientras no le toque las napias a nadie.
Yo, Bookung Ondo Akum, hijo de mi padre y nieto de mi abuelo nací oprimido, crecí oprimido. Hasta terminado mis estudios secundarios seguía siendo un hombre bajo la opresión dictatorial.
Por un azar de la vida y por mi propio esfuerzo logré darle esquinazo a la opresión y no pienso darle satisfacción a nadie para que me quite lo poco que me queda vivir en relativa libertad y tranquilidad, sin dejar de luchar porque mi país sea el paraíso en la Tierra.
Me gustaría inculcar los principios de libertad a toda mi prole, a mis hijas, a mi hijo; ese deseo incluye a mis sobrinos y sobrinas, a todas las nuevas y futuras generaciones vinculadas a mí; educarles a tod@s en la libertad, en el aprecio y valoración a ser personas libres, pero no me resulta fácil puesto que estamos dispersos como muchas familias guineanas.
Si pudiera lograrlo, de alguna manera, impediría que esa juventud pasara por lo que pasamos mis abuelos, mi padre, mis tíos y yo en parte; en definitiva, mi familia, para que nunca perdieran su condición de seres libres.
No quiero que nada ni nadie se adueñe de las mentes de mi descendencia. No quiero que disfruten de la libertad a medias o en parte como yo; necesito ardientemente que mis hijas y mi hijo superen mis cotas de libertad y que la suya perdure el tiempo que dure su existencia en este mundo.
Me duele el alma al constatar que existen personas que aun habiendo conocido la diferencia entre ser libre y el vivir oprimido, sigan tan encantados de la vida mientras haya millones de personas sometidas a las brutalidades de los totalitarismos, y violentadas por la injusticia que representan todas las opresiones.
Independientemente de los intereses individuales que, por cierto, todos tenemos, el solo hecho de contemplar la posibilidad de que otra persona reciba del prójimo un trato inhumano, me da escalofríos y me lo tomo como una falta de empatía inabarcable, de una crueldad infinitamente alejada del concepto de persona.
Bk