Así se mapea el archipiélago de Zanzíbar con aviones no tripulados.
Estudiantes y graduados de la universidad estatal de Zanzíbar, en Tanzania, están llevando a cabo un proyecto que consiste en fotografiar toda la isla usando drones para lograr el mapa más preciso jamás obtenido.
Esta iniciativa está apoyada en cuatro pilares: el Gobierno zanzibarí, la propia universidad, el Banco Mundial y Drone Advenrures, una ONG que busca acercar la robótica a los estudiantes en países en desarrollo con el fin de contribuir entre todos a la mejora de las condiciones de vida de la población.
En la imagen, dos exestudiantes de la Universidad preparan lo necesario para mapear una zona de la isla.
Khairaat Khaati, de 24 años y participante de la iniciativa de mapeo de Zanzíbar, programa el vuelo de un dron que va a fotografiar una porción de terreno.
Con ella está Deogratius, experto técnico en manejo de estas naves no tripuladas, que da apoyo al proyecto. A espaldas de ambos, un grupo de jóvenes observa a los operadores.
Están en la playa de Kizimkazi, al sur de la isla de Unguja, la mayor del archipiélago de Zanzíbar.
Una niña observa uno de los drones empleados para mapear la isla en Kizimkazi.
Estos son de espuma, no pesan más de 700 gramos y llevan incorporado un GPS, las baterías y una cámara con la que toman las fotos aéreas.
La iniciativa de mapeo ha dividido la isla en cuadrículas de nueve metros cuadrados y por cada una de ellas un dron realiza unas 840 imágenes.
Playa de Kizimkazi, lugar donde siempre se encuentran pescadores y cultivadoras de algas.
Es importante explicar a la población en qué consiste el proyecto para que no confundan los drones con armas militares.
Aula de la Universidad Estatal de Zanzíbar (SUZA) en Stone Town, capital del archipiélago.
Aquí es donde el equipo, formado por nueve miembros, almacena y procesa toda la información recogida por los drones.
Poseen potentes equipos informáticos para manejar los 12 Terabytes de datos que ya han obtenido.
Khadija Ali, estudiante de último año de Tecnología de la Información, muestra el mapa nuevo que están obteniendo de la isla.
La última actualización es del año 2004, costó un millón de dólares y se hizo con avión traído de Kenia. El mapeo actual se ha hecho con un aporte de 200.000 euros del Banco Mundial.
Estas dos imágenes revelan la diferencia de calidad del mapa que están realizando desde la Universidad (izquierda) y el del año 2004 (derecha).
Se fotografía para obtener una resolución de siete centímetros por pixel.
Los integrantes de la iniciativa de mapeo de SUZA pasan muchas horas en el aula trabajando en el proyecto.
Volca y procesar datos, cargar baterías, vaciar tarjetas de memoria, reparar desperfectos... son tareas igual de importantes que salir a volar.
Al fondo, David Rovira, de la ONG Drone Adventures que ha puesto el material, trabaja con Khairaat. En primer plano, Mohamed revisa el estado de un dron.
Yves Barthelemeau charla con un compañero en el aula de la iniciativa de mapeo. Yves coordina el proyecto desde la Universidad.
Tanto él como para el Banco Mundial y Drone Adventures, la educación de los jóvenes es la razón fundamental para llevar a cabo este proyecto.
Imágenes del archipiélago de Zanzíbar, Tanzania.- El Muni.
Se les está capacitando para que sean expertos operarios de drones, una labor que cada vez es más necesaria, según aumenta la popularidad de estos artefactos.
Oficina de mapeo: la Comisión de Tierras (COLA) del Gobierno de Zanzíbar.
Ellos resultan también muy beneficiados por este proyecto ya que gracias al mapeo van a lograr una herramienta que ayudará a resolver conflictos por el uso del territorio, muy habituales en la isla, o a monitorizar cambios debidos a impactos medioambientales, como la subida del nivel del mar, o a planificar mejor nuevos usos para el territorio.
Mohamed Juma, 'Caiba', es el jefe de del departamento de planificación de la Comisión de Tierras del Gobierno de Zanzíbar.
Sostiene que el nuevo mapa también les permitirá evaluar la degradación de la tierra debido a la extracción de arena, una actividad permitida con la autorización correspondiente si es con fines constructivos.
Mohamed revisa una de las piezas del dron ante la mirada de Khairaat, que sostiene el ordenador. Están a punto de comenzar un vuelo.
Khairaat programa el vuelo del dron desde su portátil con un programa informático. El dron no se maneja con mandos, lleva un GPS y todas las ordenes se mandan desde aquí.
Yussus Yussuf maneja otro tipo diferente de dron que sí requiere mandos. Este modelo no se está utilizando para el proyecto de mapeo pero todos saben utilizarlo.
Uno de los objetivos de esta iniciativa es dar una formación a estos jóvenes que les haga muy competitivos en este incipiente sector.
Todos acumulan muchas horas de vuelo y Yussuf ya ha sido contratado en una ONG extranjera con sede en Dar-es-Salaam, la ciudad más importante de Tanzania.
Un grupo de niños ríe cuando el dron de Yussuf Yussuf pasa cerca de ellos.
Para hacer volar bien el dron hay que tener en cuenta la dirección del viento y, luego, para poner las hélices en marcha, sólo hay que agitarlo bien antes de lanzarlo. Mohamed realiza con éxito el despegue.
Tres niñas observan cómo un dron se eleva por el cielo. Una cuarta está más distraida por la presencia de la cámara de fotos.
Un niño observa el vuelo de un dron. Cada vez que los estudiantes llegan a algún punto de la isla para hacer el mapeo, se invita a todo el mundo a verlo y les explican su trabajo.
Es un primer acercamiento de la población local a esta clase de tecnologías.
La lluvia o el viento son los enemigos del proyecto. En días como este, que llueve copiosamente, se tiene que interrumpir el mapeo hasta que deje de caer agua.
Fuente: elpais.com/
Lola Hierro
Edición: Bk
El Muni