Fue una de sus colegas, una profesora, quien lo denunció mientras el afectado acababa de correrse en pleno claustro de profesores.
El pantalón húmedo y la cara sudorosa, el Sr. Clotaire Manguema vienía incomodando a los demás desde hacía varios meses. Aparentemente estaba poseído por una mujer de vida nocturna con la que tenía relaciones sexuales contantemente.
Una situación embarazosa, ya que sufría esos ataques orgásmicos hasta en las reuniones y en presencia de sus colegas femeninas, quienes creían en un principio que se trataría de un posible acoso y obsesión sexuales por parte de su colega, el señor Clotaire.
Pero, lo curioso fue que antes de concluír aquella reunión, el señor Clotaire Manguema volvió a ser presa de gemidos y agitación indecibles, disfrutaba de nuevo con otra corrida.
La reunión que parecía haber tomado su curso normal, volvió a ser interrumpida nuevamente, y las colegas femeninas abandonando despavoridas la sala de reuniones; todas se dispersaron.
En vista de ese segundo orgasmo, sus amigos y colegas decidieron llevarlo al hospital para una consulta de urgencia.
Preguntado sobre el tema, Clotaire Manguema dijo que tenía una sensación abrumadora de hacer el amor con una mujer de fantasía, muy seductora.
Agregó que lo sentía como si fuera real, y era por eso por lo que disfrutaba.
A su llegada al hospital, después de tomarle los parámetros vitales, la enfermera que atendía a Clotaire salió de la habitación gritando a voz en cuello. El paciente estaba teniendo otro orgasmo, lo que había asustado a la enfermera.
Después de este tercer orgasmo, Clotaire cayó inconsciente, sin duda cansado por los sucesivos orgasmos.
En el momento de la publicación de este artículo, Clotaire Manguema estaba de camino a un "Nguengang", un curandero que le sometería a una sesión de vaciado de la libido fantasiosa; el hospital, definitivamente, era incompetente para estos casos.
Fuentes: netafrique.net/; Timesgabon.com
Traducción / Edición: Bk
El Muni