Estoy pensando en llevármela a esta casa-cabaña,
los dos solitos.
Alejados del mundanal ruido,
su escandaloso cuerpo de mujer profanaría sin testigos;
esa boca,
su boca quiero sin fondo,
me hundiría en ella sin esperar tocar fondo;
su mirada,
donde me alojaría cual ocupa,
para su alma de mujer indómita apoderarme.
Me gusta mi rebelde vulnerable,
mi tierna cálida arisca,
ola virulenta en marea baja.
Cuando el canto de la foca engañó al pescador con el llanto del recién nacido,
ahí estaba yo,
porque te quiero;
quiero tus lágrimas en las comisuras de mi boca,
mientras lloras emocionada.
Cariño,
siempre te he querido,
y te querré,
hasta el final de los tiempos.
Donde siempre te esperaré,
junto al árbol milenario.
Bk
El Muni