Cuando su pie tocó suelo, creí que se estremecía el planeta. No, no era el planeta; era mi corazón el que había desconectado de mí.
Ese tobillo, su calcañar; del empeine a la rodilla, Vulcano estaba buscando sus moldes. ¿Dónde había visto yo semejente carne de mujer, en lo que era materia salida del molde de los dioses?
Ese pie, uñas pintadas a lo masai, cuello anillado y, sus ojazos color tanganika iluminando mi cara como antorchas cuales aureolas boreales.
Llevaba una lapa entreviendo los valles de Balmaceda..., sabes una cosa, después de Balmaceda, la ultima vez que la vi, fue embarcando para corisco.
Fuente: Bk
El Muni