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Las américas
Colombia
Un país, una nación, un pueblo, el colombiano, sojuzgado desde la conquista hasta la lacra del narcotráfico, pasando por la corrupción política.
Es una injusticia, una estigmatización infame, un insulto gratuito, una ofensa, que todo un pueblo se vea señalado por el mundo entero, a cuenta de la guerra civil que ha desangrado ese país gracias a la lacra del narcotráfico y la corrupción gubernamental institucionalizada, cuando la inmensa mayoría de colombianos y colombianas no tienen nada que ver ni con la planta, ni con la hoja de coca; ni tan siquiera han empuñado un arma en su vida.
El subconsciente colectivo mundial ya le ha juzgado y sentenciado de modo sumario al pueblo colombiano, sin pasar por ninguna ética, sin pasar por ninguna jurisprudencia y sin remordimiento alguno.
El fenómeno del narcotráfico en Colombia casi eclipsa a eminencias como el currambero Gabriel García Márquez, Premio Nobel de literatura que en paz descanse.
La gente se enternece con los niños víctimas de las guerras de todo el mundo, lo que no hace la misma gente con los niños colombianos que pasan calamidades, solo porque Colombia está etiquetada de narcotráfico.
Buena parte de este planeta se solidariza con los refugiados de todo el mundo, pero no así con los refugiados colombianos, porque se les presuponen potenciales traficantes de cocaina.
Están pasando al olvido las recientes revueltas en Colombia por culpa de las medidas y políticas impopulares del gobierno caciquil de Colombia.
Sería largo describir con todos los matices el drama colombiano, sin dejar atrás la discriminación racial histórica que padece la comunidad afrodescendiente en dicho país. Para mi consideración, es infame que se piense del pueblo colombiano de la manera que lo percibo, aunque nadie lo manifieste expresamente.
Todos deberíamos avergonzarnos por esa actitud ante la tragedia del maravilloso pueblo colombiano. ¡Viva Colombia!
Bk