Una mujer de 32 años, iba a paso lento y pausado, los brazos cruzados a la altura de su pecho, un bolso colgando al hombro izquierdo, el andar dificultoso, los ojos empañados de lágrimas; se acerca a una comisaría de policía en la ciudad de Bata con el cuerpo magullado.
Afligida, siente como si el alma fuera a caérsele por los suelos, su cuerpo y su dignidad han sido brutalmente ultrajados, ha sido violada y acude a la policía para presentar una denuncia.
En la comisaría, guiaron a la mujer al despacho de las denuncias donde encuentra a dos funcionarios. Estos, al enterarse del motivo de su presencia en la comisaría se miraron intrigados, sus rostros circunspectos; después estallaron en una risotada.
Lo que pareció un episodio de histeria por parte de los dos agentes inundó toda la comisaría reverberando hasta en las opacidades de los alrededores de la misma. Posteriormente, una calma tensa fue percibida por la denunciante ahí en cuerpo presente.
Los ánimos en la oficina policial se calmaron. De los dos policías encargados de tomarle la declaración a la víctima de agresión sexual, una ciudadana guineana de la Guinea Ecuatorial surgió una pregunta como al unísono: "¿aun eres virgen?”.
Bk
El Muni