Las voces reivindicativas callaron y comenzó la violencia en el Delta del Níger, región nigeriana donde la frustración y la pobreza contrastan con su riqueza económica, siendo el principal productor africano de petróleo.
El momento político en esa región del sur nigeriano se complicó desde mediados de junio, cuando comenzaron las operaciones de al menos dos grupos armados, que se plantean defender la supervivencia de los pueblos de la zona, la búsqueda de una distribución equitativa de las ganancias obtenidas con la explotación del petróleo.
Las banderas que defienden ahora se refieren a un elemento interesante, vital y decisivo para la contemporaneidad: el desarrollo.
El delta del Níger es uno de los 10 ecosistemas de humedales y costas más importantes del mundo, pero la contaminación causada por derrames de petróleo amenaza en convertirlo en una fosa común de las comunidades nigerianas que lo habitan y que en gran medida respaldan cualquier medio que se asuma a salvarlo.
Y entre exigencia y exigencia se creó un ambiente apropiado para una escalada en las demandas de los pueblos Ijaw y Ogoni, por ejemplo; eso y la conducta de las compañías privadas que operan en la zona, encontraron una reacción entre las comunidades desde que hizo su debut la industria petrolífera en Nigeria.
"Estas comunidades se han ido organizando en movimientos sociales de variado signo para hacer frente a los impactos de las actividades extractivas, y reclamar del Gobierno y las multinacionales un trato justo", sostiene un artículo de Aloia Álvarez Feáns, en la Revista Pueblos.
Esa región es la principal productora de crudo en todo el continente africano y es donde la multinacional petrolera angloholandesa Royal Dutch Shell tiene sus principales intereses, pero también es señalada como ecocida1, culpable del envenenamiento de ese territorio, habitado por más de 30 millones de personas.
En los últimos 10 años ha habido en la zona tres mil vertidos de petróleo -para un equivalente de más de 1,5 millones de toneladas del combustible fósil -con su correspondiente impacto negativo sobre la biodiversidad y, además de las quejas pertinentes, eso acarreó procesos judiciales y muchas críticas sobre la actuación poco ética del gobierno nogeriano y las multinaciones en relación al delta del Níger.
Impacto mortal
Desde el punto de vista técnico, la contaminación ambiental es el resultado de una cadena de procesos que afectan al medio en diversas dimensiones, pero que en conjunto, atentan contra la supervivencia en general, y la humana en particular; así, en sus respectivas fases o etapas de desarrollo ponen en riesgo la reproducción de las especies.
Sus definiciones incluyen una vinculada con la incorporación a los receptores (el medio en cuestión) de sólidos, líquidos o gases, o bien mezclas de los anteriores elementos, que alteren desfavorablemente las condiciones naturales del ambiente, o que puedan perjudicar la salud, la higiene o el bienestar de las poblaciones.
|
La erradicación del problema en el delta del Níger dejó de ser puntual para trascender al hecho en sí y llegar a ser un dilema que requiere una solución integral que competa al comportamiento de las variables que en ella interactúan, dígase económica, política y social; es realmente coger al toro por los cuernos.
En ese sentido el gobierno del presidente, Muhammadu Bujari, destinó recientemente un presupuesto de mil millones de dólares para tareas de descontaminación, aunque se reconoce que la tarea es difícil y muy compleja, toda vez que se ha descuidado en años, según especialistas que abordaron el tema.
El panorama es el de terrenos empobrecidos cubiertos por capas de petróleo, arroyos y cauces fluviales envenenados, ríos cuyas aguas pese a cualquier purificación dejaron de ser fuentes de agua potable y la permanencia del combustible en su superficie se encargó de aniquilar especies endémicas de aves, peces y mamíferos.
La Royal Dutch Shell es una de las cuatro principales compañías del mercado petrolero mundial, los resultados de sus actividades en el delta del Níger reciben severas críticas de grupos ecologistas y de defensores de los derechos humanos; incluso informes de la ONU aluden a los daños causados por esa firma transnacional.
Extrae crudo en el delta del Níger desde 1958, y actualmente cuenta con medio centenar de pozos petrolíferos y cinco mil kilómetros de oleoductos, en su mayoría viejos y en malas condiciones de mantenimiento, los cuales son susceptibles de ocasionar derrames y vertidos de crudo.
Según Leonardo Boix, la Shell admitió que hubo 1.693 vertidos de petróleo desde 2007 en esa región, lo que representó 55,8 millones de litros de crudo derramados, aunque se estima que en realidad las cifras son muy superiores y que la empresa evade o trata de desmarcarse de las reclamaciones hechas por los afectados.
El año pasado la Shell Petroleum Development Company of Nigeria, empresa de la multinacional Royal Dutch Shell, asumió pagar una indemnización equivalente a 70 millones de euros a pescadores y agricultores afectados por dos derrames de petróleo en los años 2008 y 2009, un poco tarde evidentemente.
La historia fue que el 28 de agosto de 2008, un fallo en una tubería causó un derrame de crudo en la pantanosa región de Bodo, el cual se mantuvo activo de entre cuatro y 10 semanas.
Según la Shell, se vertieron diariamente 1.640 barriles, pero fuentes independientes calculan que fueron mucho más.
Ese escape, lograron detenerlo el 7 de noviembre de 2008; pero, un mes después , el 7 de diciembre, ocurrió otro incidente similar.
La firma recibió el aviso el 9 de diciembre, pero no fue hasta 10 semanas más tarde cuando la multinacional pudo frenar el segundo derrame.
Todo lo cual exigía una reparación por daños y perjuicios.
"Tras intentar durante años que la zona se limpiara y que la Shell ofreciera una indemnización adecuada, la comunidad de Bodo, en 2011, llevó a los tribunales británicos su lucha por la justicia", precisó en su artículo La triste canción del delta del Níger , Lola Huete Machado.
Pero la decisión judicial demoró cuatro años en llegar.
Para los ogoni, uno de los grupos étnicos que habita el delta del Níger, la riqueza petrolera se transformó paradojamente en una fuente de desgracias y frustraciones, al ver asesinado su habitad, antes maravilloso y hoy convertido en portal del infierno, por lo cual su agonía es un desafío a la estructura promotora de una explotación irracional.
|