¿Qué no haríamos para hacernos ricos? Cada vez más personas están dispuestas a hacer lo impensable para ganarse el mejor estatus social.
Aquí nos traen el testimonio de esta señora que se vistió de vagabunda para tener sexo con otro vagabundo enfermo mental. Ese fue el requisito previo que pactó con su morabito para que fuera una mujer rica.
Soy Chantal, aunque mis amigos y mis amigas me llaman "Chantou", la mayor de una familia de tres hermanos: dos chicas y un chico.
Ya perdimos a nuestro padre, cuando todavía éramos pequeños; entonces yo tenía 12 años. Esta pérdida me condicionó de manera que no pudiera continuar mis estudios, pues mi madre no podía permitirse costear mis estudios.
Artesano de profesión, mi padre se servía del hierro para fabricar objetos que comercializaba. Tenía incluso clientes europeos que venían a comprar sus artículos.
En cuanto a mi madre, ella llevaba un pequeño negocio de venta de buñuelos. Ayudaba yo a mi madre muy a menudo en sus tareas, sobre todo cuando la vida se volvió muy difícil para nosotros tras la muerte de mi padre.
Cuando mamá tenía problemas de salud, me convertía automáticamente en la segunda madre de la familia. En todo momento tenía que ocuparme del cuidado de mis hermanos pequeños.
A menudo, cuando nos reunía, papá siempre me aconsejó que fuera el mayor apoyo para mis hermanos pequeños. Me confió la responsabilidad y el cuidado de mi hermano y hermana cuando él se hubiera ído de este mundo.
Mi padre murió bajo el peso de la edad y, 2 años después, mamá lo siguió en la otra vida. Las dos principales familias parientes de nuestros padres se desentendieron de nosotros.
Así quedamos abandonados a nuestra suerte. Lo único que teníamos de pertenencia era una desvencijada casa en una barriada pobre; la casa perteneció a nuestro papá. Es la que nos salvó de no encontrarnos en la calle.
Todo por salir de la miseria.
Tenía 18 años cuando me encontré con Salif, un joven que estaba dispuesto a casarse conmigo. Por desgracia, su familia estaba en contra de nuestra unión. Así es como se vio obligado a dejarme caer por otra.
Tenía que arreglármelas siempre para poder llevar algo que comer a casa, para mi hermano y mi hermana. Con la venta de sencillos productos junto a la carretera y, a menudo, trabajos de sirvienta, terminé haciendo lo mismo que mi madre: vender buñuelos.
El dinero que ganaba permitió ocuparme de mí misma y de mis hermanos pequeños. El chico ya había empezado a ir a la escuela y mi hermana a aprender el oficio de costurera.
Mis hermanos y yo, vivíamos así hasta que todo se torció. En una madrugada, mi hermano se puso muy enfermo y tuvimos que llevarlo de urgencias al hospital. Descubrimos con los análisis que sufría de insuficiencia respiratoria.
Y es que cuando mi hermano pequeño dormía, a menudo su fuerte respiración me asustaba, pero nunca pensé que sería nada grave.
Pues, a partir de aquél diagnóstico, el niño debía someterse a una cirugía de emergencia que costaría 500.000 Francos Cefas. ¿Qué hacer para conseguir esa suma con el fin de salvar a mi hermano?
Toqué muchas puertas en busca de ayuda, todo en vano. Los parientes de nuestros padres no quisieron mover ningún solo dedo. Incluso fui a pedir ayuda a los religiosos que me dieron lo que pudieron.
Pasé muchas noches sin poder dormir, incapaz de conseguir el dinero para la operación de mi hermano; finalmente, el chico falleció.
Después de esta otra desgracia, pensé que tenía que hacer todo lo posible para salir de la miseria. Hacer algo para cambiar nuestra miserable vida.
Pensé en la prostitución, en la delincuencia; en fin, pensé en cosas muy feas, incluso en cosas contranatura que podrían ayudarme a conseguir dinero fácilmente.