Me encontró llorando, apenado por la muerte de una familiar.
Estaba yo tan apenado que ella empezó a consolarme; acarició mi nuca, me acarició el pelo, suavemente me palmeó la espalda.
Posó sus manos en mis mejillas, orientó mi cara a la suya; cuando vio mis ojos llorosos, le saltaron las lágrimas.
Entonces, me abrazó; y yo, temiendo que fuera a terminar ese abrazo en un momento único mientras su pecho perforaba el mío al ritmo de su respiración agitada, con infinita ternura, la besé justo cuando se dejaba caer sobre mí en el banco del jardín.
Los dos, fundidos en un beso único, apasionado; un beso a prueba de llantos, mientras nuestras lágrimas iban sazonando nuestro beso. Sus lágrimas, a mi boca caían como un torrente de caricias.
No dijo nada, no dije nada, no pronunciamos palabra, el beso hablaba por nosotros. No puedo recordar el tiempo que estuvimos así abrazados.
Bk
El Muni