El reverendo don Celestino Nnang Mìco, sacerdote católico guineano, hace un viaje en el que se encuentra con otro viajero.
Al parecer, la noche cae antes de que el Padre Nnang Mìco llegase a su destino, por lo que se ve obligado a pasar la noche a mitad de camino.
En el pueblo donde el hombre de Dios ha de pernoctar, escasean alojamientos, así que Nnang Mìco tuvo que compartir el hospedaje con el otro viajero desconocido, en la misma estancia, en la misma habitación.
Cada uno con sus pertenencias, los dos hombres se desvisten para guardar noche en aquél albergue improvisado.
A la mañana siguiente, se levantan, el anfitrión les ofrece un suculento desayuno que los dos hombre dan cuenta en la Casa de la Palabra. Tras el desayuno salen cada uno por su lado a visitar el pueblo y a los lugareños.
A mediodía, cuando vuelven los dos al albergue improvisado, el compañero de habitación del sacerdote tienen un semblante de preocupación, dándose vueltas en la estancia. Cuando el cura le pregunta si le pasaba algo, el compañero de viaje sostiene que una moneda se le ha desaparecido, y dice:
Imágenes de Evinayong, Guinea Ecuatorial.- El Muni.
- ¡Oiga Padre!, ¡se me ha desaparecido una moneda que tenía, aquí en la mesa!
El otro, el sacerdote, perplejo, dice:
- ¿Y cómo ha podido suceder tal cosa?
- Padre, es de lo que me estoy preguntando también-dice el compañero de viaje-; resulta que yo no le estoy acusando a usted de haberme robado, que Dios me salve de tal agravio contra su reverendo -agregó el viajero desconsolado-. Pero, Padre Nnang Mìco, en esta estancia solo estamos usted y yo, nadie más; sin embargo, ha desaparecido mi moneda...
Si la historia transcurrió como la cuento, convendrán conmigo en que el Padre Nnang Mìco se vio en un serio aprieto.
¿Algun@ de ustedes habrá podido verse en situación similar?
Edición: Bk
El Muni