Kigali califica esas disculpas como «profundamente inadecuadas» . «Dichas disculpas están destinadas únicamente a poner de relieve la distancia entre la Iglesia Católica y un reconocimiento completo y honesto de sus responsabilidades morales y legales» , sostiene el gobierno, lo que explica pues esta salida y la interpelación directa de las autoridades del Vaticano, quienes hablarían en nombre de la Iglesia como institución.
Desde que terminara el genocidio que arrojó un saldo terrorífico de 800.000 muertes en 1994, según la ONU, en su mayoría de la minoría tutsi, la Iglesia católica ha sido acusada en varias ocasiones por su proximidad al régimen extremista hutu del momento y por la participación de sacerdotes y religiosos en las matanzas.
Entre abril y julio de 1994, muchas iglesias fueron escenario de matanzas en masa. Los milicianos hutus encontraban a sus víctimas reunidas en las iglesias -en ocasiones gracias a los sacerdotes que luego entregaban su rebaño a los asesinos- sin escapatoria.
Muchos sacerdotes y religiosos católicos de Ruanda han sido juzgados por genocidio, principalmente por los tribunales ruandeses, también por el Tribunal Penal Internacional para Ruanda (TPIR) o los tribunales belgas. Algunos fueron condenados, otros fueron absueltos.
Alrededor de la mitad de ruandeses son hoy católicos, a pesar de que muchos, desde el final del genocidio, abandonaron el catolicismo y se adherieron a las iglesias pentecostales llamadas del «despertar».