Si la red de redes no fuera el último gran hito del ser humano en la comunicación global, ya la habría calificado yo de inmunda por cuanto que la han invadido nuestros vicios.
Lo que he observado de muchas personas en las redes sociales, en los últimos tiempos, simple y llanamente, se reduce a hacer pesquisas sobre cuán felices son los demás; a renglón seguido, clamar por todo el espacio cibernético lo felices que son ellas mismas.
No obstante, ese es el riesgo a correr si decides formar parte de la rede de redes: contar tus glorias aunque nunca las alcanzaras y velar por las miserias de los demás.
Tanto queremos ser felices que a ojos de los demás nos empeñamos en cuantificar las gominolas y otras chucherías que les regalamos al año a nuestros hijos.
Al paso que va esto, no me extrañaría que algunas personas empezaran a contar las veces que hicieron el amor con su pareja el día anterior, las dilataciones que tuvo la esposa antes de dar a luz.
Internet está inundada de fotografías solo y únicamente con la finalidad de mostrarle al mundo lo felices que somos en nuestro entorno familiar.
Las mujeres exhiben a sus novios o parejas cuales fichajes de buen partido, los hombres se fotografían con sus parejas como si fueran las hijas de papá, estrellas del barrio.
En Internet existen todos los estractos sociales y todos los mundos: vulgares, mediocres, los bajos fondos de todas las ciudades del mundo; las personas están en la red de redes para muchas cosas, negocios, búsqueda del amor de su vida, aliviarse el aburrimiento, entretenerse, compartir ideas y conocimiento...
Maltratadores y maltratadoras se camuflan en las redes sociales con apariencia de beatos y beatas; pederastas a la caza de carne fresca, de adolescentes incautas/os...
Y usted, ¿por qué y para qué está en las redes sociales?
Este texto no está corregido.
Bk