Cariño, o soy yo el que se ha enviciado, o tu boca me ha enloquecido.
A cada rato más ganas tengo de besarte que un día sin ti me supone un castigo.
¿Por qué será que cuanto más te beso, todavía más quiero besarte?
Como si nuestros besos se hicieran más ricos, más sabrosos al paso del tiempo.
Amor mío, no sé lo que sentirás tú; yo, en cambio, acabo pensando en lo mismo a lo largo del día: besarte.
Ese calor tibio, tus tiernos labios, tu jugosa boca; esa mirada tierna y risueña de cuando nos besamos, tu abrazo, tus caricias..., hacen que me sienta la persona más amada del mundo.
Me siento como si estuviera flotando en un mar de rosas.
Junto a ti, lo que vivo, dudo mucho que lo encuentre en otra parte: no tiene precio, mi vida.
Cualquiera diría que estoy obsesionado sin pensar en que te quiero; que siempre te he querido y te querré, hasta el final de los tiempos.
No me importa pasar el día sin desayunar si con tus besos comienzo la mañana.
Los jugos de tu boca, elixir para mi día a día por la vida, antídoto contra los males de mi alma hambrienta de amor; mi antigripal, mi analgésico, la solera del Ribera de Duero, catalizador del licor de palma, manjares de mi tierra, la savia bruta que lubrica mis engranajes.
Te necesito, cariño, porque te quiero.
Bk
El Muni