Confidencial: «…Me trata como a un perro todas las noches… y me ha convertido en su juguete sexual».

Casada desde hace 5 años, estoy viviendo una situación bastante complicada y difícil de entender con mi esposo.

Él cuida bien de mí, quiero decir, en el lado material y bastante más, excepto que en la cama hace cosas que no me gustan en absoluto.
 

Me ha convertido en su juguete sexual. Desde hace muchas semanas, cuando llega a casa, se me para la respiración... solo por pensar en lo que me espera esta noche como en otras anteriores y me entran escalofríos.
 

Tan pronto como apagamos el televisor y nos acostamos, me pide que me desnude y me arrodille ante él, pidiéndome a renglón seguido que lo mire a los ojos. Como buena esposa, actúo sin hacer demasiadas preguntas.
 

Después empieza a azotarme con un juguete sexual hasta dejarme marcas en todo el cuerpo.

Imágenes rurales de Burkina Faso.- El Muni.

Empiezo a rogarle desde el momento mismo que el dolor empieza a desgarrarme el alma, pero él no quiere oír nada de mis ruegos ni mi llanto, y continúa golpeándome en la espalda y en las nalgas mientras azuza mis pechos a mordiscos.

Esa tortura puede durar entre 10 y 15 minutos. Después de eso, me pone las esposas y me ata los pies para que no pueda yo oponerme ni interrumpirle. Saca una botella que contiene un líquido que desconozco y me lo vierte por todo el cuerpo.

A continuación se pone a hacerme el amor. Tengo la sensación de que me está violando y tanto es así que siento la violencia en él.
 

Como vivimos solos en nuestro apartamento, empiezo a gritar, a rogarle que me suelte, pero cuanto más le pido que pare, más violento se vuelve y nadie se entera de mis gritos de desesperación.

Después de disfrutar todo lo que ha querido, me libera y me pide perdón antes de quedarse dormido. Sin embargo, al día siguiente, empezará de nuevo.
 

Tengo mis ojos solo para echar lágrimas del llanto que me invade. Le pedí que cambiara de actitud, me dijo "sí";  pero, sigue haciéndome estas cosas feas, dolorosas y humillantes todas las noches.

Mi esposo me trata como a un perro, como a un animal al que quieres domesticar.

A pesar  de todo lo que me está haciendo pasar, él no era así antes; ha cambiado, y no sé por qué. No entiendo lo que le está pasando como para maltratarme de este modo como si yo fuera una bestia.

En mi vida real, soy una mujer a la que le gusta tener relaciones sexuales con un hombre, pero no soy fanática ni amante de las relaciones violentas, y esto no me parece real.

Por las mañanas, a penas puedo levantarme para lavarme e ir a trabajar.

Fuente:  Faso Publicité
Traducción/Edición: Bk

El Muni