Han estado casados durante 6 años. Se amaban, probablemente todavía se aman.
Pero, luego entró en sus vidas un charlatán a estropearlo todo.
Son dos profesores jóvenes, Marco y Marta, que vivían en perfecta armonía. Sin embargo, en los últimos meses, el marido Marco, empezó a salir del domicilio conyugal muy temprano y no vuelvía hasta demasiado tarde, ya entrada la noche.
Marta empieza adelgazar peligrosamente por cada día que pasaba por la ansiedad que sufría por no saber exactamente lo que estaba haciendo su marido.
No pudiendo aguantar más, decidió investigar un poco, pesquisas que darían pronto sus frutos. Resultó pues que en la barriada donde vivían las malas lenguas le dijeron a la pobre señora que "su marido salía con prostitutas".
Fue entonces cuando Marta decide consultar a un charlatán local. Este tenía la fama de haber "ayudado" a otras muchas mujeres que hubieran pasado por semejante pesadilla.
El famoso charlatán exigió a Marta que le llevase un poco de "pelo" de su marido. Aquello parecía algo simple, pero no se trataba para nada del pelo de la cabeza, sino... ''el de allá abajo".
"Tan pronto como me lo traigas, tu problema estará resuelto", explicó el charlatán.
Pero, ¿ómo obtener el producto de semejante receta?
Marta inicialmente trató de concienciar a su marido para que se rasurara por... "allá abajo", pero Marco no se comprometió a hacerlo porque le dijo a su esposa: "eso no me molesta".
Así, después de más de un mes, cansada de ''concienciar'' a su esposo sobre la higiene en la parte de allá, un 20 de febrero Marta decidió conseguir lo que aquella curiosa prescripción le pedía, de alguna manera.
Aprovechando el sueño profundo en el que se sumía su al volver a casa, ella agarró las tijeras y comenzó a "rasurarle" por... ahí abajo.
La mujer estaba ya casi a punto de terminar de afeitar a su hombre cuando Marco la sorprendió en "flagrante delito"; éste gritó con todas sus fuerzas arrinconando a su esposa e hizo venir a los vecinos en la creencia de que la señora quería cortarle... "ciertas cosas".
Los vecinos invadieron repentinamente la pequeña casa; y Marta, presa del pánico, confesó sus intenciones, pero nadie creó en ella y al día siguiente, Marco echó de casa a su esposa.
Algunos notables del barrio se pusieron manos a la obra en la mediación con el fin de que Marco recuperase a su mujer. Bastante afectada debía estar ella, por lo que urgía su vuelta a casa.
El hombre, todavía traumatizado por los acontecimientos, quería llevar el asunto a los tribunales por... ¿intento de ''asesinato por lo bajo''?; pero, desistió reconociendo seguir estando locamente enamorado de su mujer, lo único valioso que ha tenido en su vida.
Bañado en lágrimas, difícil de contener el llanto, econoció su falta de tacto al no confiarle a su mujer a tiempo que estaba trabajando a destajo como ayudante enterrador en el cementerio de la capital, para que tuvieran una casita mucho más acogedora.
No tardó en ir a buscar a su espoca a casa de sus suegros. En el reencuentro, los dos estaban llorando abrazados.
Bajo la bóveda arbórea, camino de vuelta a su nido de amor, iban cogidos de la mano mientras los pájaros cantaban al ritmo de su paso, como si fueran los únicos pobladores del planeta.
No sabía él cómo explicarse por haber echado de casa a su mujer ni falta hizo, porque ella le besaba cada vez que el hombre quería abrir la boca.
Bk.
El Muni.