Mahamadou Adamou nació hace 43 años en Niamey. Tras licenciarse en Enfermería fue destinado a Diffa donde fue responsable de un centro de salud durante cuatro años para ocupar luego el puesto de punto focal de Nutrición. Después fue trasladado a Tilaberi.
Ya ha finalizado el Máster, que, afirma, “me ha permitido especializarme sin tener que dejar sola a mi familia. Hizo las prácticas en Keita con ACH y en la actualidad está redactando su memoria sobre el análisis de la rehabilitación nutricional.
Issa Akadi Mahaman Sadissou, enfermero de 35 años, realizó sus estudios en la Escuela Nacional de Salud Pública de Zinder. Posteriormente ha trabajado para distintas ONG hasta que vino a Niamey para obtener su licencia en Nutrición.
Ahora está cursando el máster porque, según dice, “necesito un nivel superior para comprender mejor el problema. Técnicamente el máster es impresionante”, aunque se queja de que no hay becas para los estudiantes que no proceden de la Administración del Estado. Su familia le apoya.
Aishatou Ibrahim, de 25 años, natural de Zinder. Tras estudiar Nutrición en el Instituto de Salud Pública decidió cursar el Máster, del que se encuentra en su primer año. Ha escogido esta especialidad porque “la situación es grave en mi país y no hay suficientes nutricionistas”.
Le encantaría poder trabajar para el Ministerio de Sanidad una vez finalice. “Somos muchas mujeres porque somos madres o futuras madres y somos más sensibles a este tema”, añade.
Salissou Mahaman, de 48 años, imparte una clase sobre el sistema digestivo en el máster de Nutrición de Niamey. Tras ampliar su formación con un curso en Canadá, se ha convertido en uno de los coordinadores del Instituto de Salud Pública de la capital nigerina.
Su sueño es hacer un doctorado. “Faltan profesores de calidad en Níger y quienes tienen las competencias suelen trabajar para organismos extranjeros”, asegura.
Una de las aulas del Instituto de Salud Pública de Niamey donde se está impartiendo una clase del máster de Nutrición.
Desde que este curso vio la luz en 2013 han pasado por él un total de 77 alumnos, la mayoría de ellos mujeres, de los cuales 53 ya han finalizado. Es el primer curso de estas características que se imparte en Níger.
Jamila Mahamadou Abdoulaye carece de experiencia en el terreno pero a sus 25 años acumula una amplia formación. Formada en el ISP en Nutrición acaba de finalizar el Máster y piensa ya en el mercado laboral.
“Mi padre, que es ingeniero, me ha apoyado mucho para poder realizar mis estudios. Me gustaría trabajar para alguna ONG o para algún organismo internacional, me gusta la acción humanitaria”. Hizo las prácticas con el Programa Mundial de Alimentos en Tahoua.
El doctor Saliou Malam Harou, de 46 años, ha trabajado como médico generalista del Estado en distintas regiones desde que acabó la carrera en 2003.
Sin embargo en 2013 se decidió a realizar este Máster porque “siento una verdadera preocupación por nuestro país, he conocido las crisis alimentarias sucesivas y este tipo de cursos era realmente una necesidad.
Antes había que ir a Benín o Túnez, pero ahora puedes formarte aquí”, asegura. Está elaborando su memoria sobre el análisis de las causas profundas de la malnutrición aplicando las técnicas de análisis de datos aprendidas en esta formación y aplicadas durante los tres meses de prácticas en el CRENI de Keita.
Ibrahimou sostiene en brazos a su bebé de dos años, Issoufou, en el CRENI del hospital de Mayahí, un centro apoyado por Acción contra el Hambre.
La mayor parte del personal ha recibido formación específica destinada a la mejora de la calidad de este servicio en el que son atendidos los casos más graves de desnutrición.
Los niños suelen llegar con problemas asociados, como neumonía, marasmo, diarreas, problemas cutáneos, malaria, etc. En periodo de escasez alimentaria entre cosechas suele estar lleno, con más de un centenar de pequeños con sus madres.
Hamissou prepara un vaso de leche a su hijo de 15 meses, Amrazak, en el CRENI de Mayahí.
Uno de los grandes problemas a los que hacen frente a diario en el CRENI es la elevada tasa de niños por mujer, de entre diez y quince, en un contexto casi siempre de extrema pobreza y dependencia de una agricultura y ganadería insuficientes para alimentar a todos, sobre todo en los periodos de escasez una vez que se acaban los beneficios de la cosecha anterior.
El doctor Adamou Abass, de 33 años, ausculta a la pequeña Cahmsidine, de 18 meses, ante los ojos atentos de su madre, Amdame Oumarou.
El doctor Abass es natural de Gouré, en la región de Zinder, y está al frente del CRENI de Mayahí desde enero de 2016.
Un año y medio antes recibió una formación de Control de Calidad a través de ACF que le ha dado herramientas para una mejor gestión del centro relacionadas con el proceso de admisión, la higiene y la sensibilización.
Barkissa Seydou, enfermera de 22 años, revisa el estado de Zeynabou, de 24 meses, en brazos de su madre, la señora Issoufou. Tras estudiar Enfermería en la Escuela Nacional de Salud Pública de Zinder comenzó a trabajar en marzo de 2014 en el CRENI de Mayahí.
Sin embargo, ha continuado formándose tanto en Nutrición como en Control de Calidad. “Estos cursos contribuyen a mejorar el trabajo en equipo, ahora resolvemos los problemas de manera colectiva y respetamos mucho más las medidas de higiene”.
Adboulkader Hamadou Ata, enfermero de 24 años, es natural de Dosso aunque trabaja en el centro de recuperación nutricional de Mayahí desde marzo de 2015.
Aquí se encarga de ofrecer atención sanitaria a los pequeños que se encuentran en peor estado. Considera que la derivación a los distintos servicios y la evaluación de los casos han mejorado mucho en los últimos meses.
“El trabajo es duro, te tienes que acostumbrar a casi todo, muchos niños no lo superan”, añade.
Amina juega con su hijo Saifoudine de 24 meses en el CRENI de Mayahí, en Níger. La atención y el cariño de la madre forman parte fundamental en el proceso de recuperación de los niños desnutridos.
Evitar el daño psicológico y permitir un desarrollo psicomotor normal son aspectos que cada vez son tenidos más en cuenta por los equipos médicos.
Mariama Aboubacar es la psicóloga del CRENI de Mayahí. Vital, alegre, entregada, se encarga de atender los problemas motores, de humor o de lenguaje de los pequeños, a los que intenta estimular para acelerar su recuperación.
En la imagen atiende a la pequeña Habsou Maman que llegó cuatro días atrás al centro en estado de inconsciencia.
La niña, de 11 meses, presenta un grave retraso motor y es incapaz siquiera de sentarse. Su madre, Nana Mariama Tanco, dejó de darle el pecho bruscamente cuando supo que estaba embarazada de su decimotercer bebé.
Dos jóvenes caminan por una calle del centro de Mayahí. La región de Maradí, donde se encuentra enclavada esta población.
Es una de las más pobres del país y concentra junto a Tahoua, Zinder y Diffa las tasas más altas de desnutrición infantil de Níger.
El matrimonio precoz, la alta tasa de fertilidad y los malos hábitos nutricionales e higiénicos se alían con la crónica falta de recursos para dibujar un panorama que los propios nigerinos y las organizaciones internacionales tratan de cambiar.