No pude reprimir mi conducta cleptómana ante tu hermosura, ante tus carnosos labios, desafío de pasiones irrefrenables; tus ojos, su fulgor me obnubiló; la crecida del Muni que no atravesaría al comtemplarlos, el canto mañanero de los pájaros cuya letra iba a perderme; el alba que llegaría sin enterarme y, al fin, ese remolino en tu tierna mirada que no pude resistir..., entonces tronaron en mi interior las ganas por besarte, cariño, y te besé.
Cielo y Tierra estremecieron en derredor nuestro, en el lapso de tiempo que tuve mis labios pegados a los tuyos, un instante único. Un torrente de emociones abrasó mi pecho, y mi corazón, latiendo como el de un caballo desbocado. Seguramente te asusté; lo siento muchísimo, mi niña.
Un arrebato por estrujarte a besos, perdí la noción del tiempo y la orientación, me sentí francamente desorientado y no pude remediarlo, porque me fue inevitable; me sentí como si me iba la vida si no te besaba... Una situación, para mí, inasumible.
¿Qué iba ser de mí si no te besaba en aquél mismo instante, en aquél preciso lugar, en esas mismas circunstancias?
Aunque hoy te pida perdón por haberte robado ese beso, no dudaría en volver a pecar y hundirme en tu boca como un condenado, porque fue sencillamente maravilloso.
Es mejor que dicho beso siga en ti, que siga contigo; por eso te lo quiero devolver para que te lo guardes como oro en paño, en espera de que algún día quieras compartirlo conmigo.
Solo hace falta que me indiques el modo de envío y, de paso, te pido mil perdones por mi osadía al robártelo tan descaradamente.
Si pudiera, te pediría que te pusieras en mi lugar, cosa harto complicada. A veces sueño con que tal vez sintieras lo mismo que yo; pero, acabo temiéndome que posiblemente no sea así.
Qué daría yo porque así fuera. Parco en palabras, ¡vida mía!; no sabiendo cortejarte como los mejores galanes y como se merece una dama de tu entidad, acabé robándote el beso.
Pues entendí que también podía ser, de algún modo, la mejor forma de hacerte saber cuánto te quiero, porque te quiero; y siempre te querré, me condenes como me perdones.
Cariño, quererte no tiene nada que ver con que me perdones; tanto necesito tu perdón como quererte.
Con todo cariño,
yo.
Bk