- Cariño, ¿en qué estás pensando?, preguntó ella.
- Estoy preocupado, mi niña, respondía yo.
- Cuéntame, ¿qué te ocurre?
- Mi niña, quiero saber si recibes de mí todo el amor que te mereces, como recibo yo de ti todo el amor,
todo el cariño,
todos los besos,
toda la atención,
toda la comprensión y respeto
que me han sido negados en décadas.
- Será posible..., ¿por eso estás ensimismado desde que cayó la tarde?
- Pues sí. Es importante para mi verte alegre, sonriente y feliz todos los días. Me sentiría desdichado que el fulgor de tus ojos se marchitara, porque te necesito viva.
- Cariño, si algo parecido a lo que pensabas hoy estuviese acechándome, te lo diría y te propondría buscar alguna solución porque soy tuya, y lo voy a ser hasta el final de los tiempos.
Amor mío, siguió diciendo la chica de Bata, lo que recibo de ti, no creo que otro hombre me lo daría. Por todo lo demás, no estoy contigo sólo para lo bueno, o estaría mintiendo cuando digo que soy tuya.
Anda, deja de pensar sin mí, quiero que pensemos juntos sobre nuestras preocupaciones, porque somos dos en una sola cosa: amor.
Llévame a la cama que se nos han hecho tarde. Te necesito, tesoro; te quiero. Eres mío como yo soy tuya, hasta el final de los tiempos.