Vídeo: Gemelos e idiomas secretos.
Grace y Virginia Kennedy (o Poto y Cabengo, como se llamaban mutuamente), crecieron en San Diego, California, en los años 70. A la edad de seis años todavía no sabían hablar inglés, pero, en cambio, conversaban en una lengua aparentemente compleja y rica en matices que era incomprensible para todos los demás.
En ese momento, sus padres, exasperados, buscaron ayuda profesional. Lo que descubrieron ocasionó una gran sensación en los medios, provocando titulares como “Gemelas inventan un idioma propio”.
Los lingüistas quedaron fascinados con estas dos pequeñas sabias y, así como los antropólogos cuando estudian una cultura indígena, muchos de ellos se hicieron a la búsqueda de las reglas de este idioma hasta obtener acceso al mundo de Poto y Cabengo, una sociedad de dos personas.
Pero después de estudiar minuciosamente a las gemelas, una historia diferente salió a la luz: eran dos niñas muy aisladas que sufrían la falta de estímulos mentales y de contacto social.
Como en su infancia se les había diagnosticado erróneamente discapacidad mental (posteriormente se supo que tenían un coeficiente intelectual normal), nunca las matricularon en la escuela y muy raras veces salían de casa.
Pasaron muy poco tiempo con sus padres. Quien las crió la mayor parte del tiempo fue su abuela, pero rara vez les hablaba y solo lo hacía en alemán.
Desprovistas como estaban de la atención de los adultos, de la compañía de otros niños de su edad e incluso del conocimiento del mundo exterior, el idioma inventado de Grace y Virginia llenó un gran vacío.
Los investigadores finalmente llegaron a la conclusión de que esta lengua, en apariencia una construcción ingeniosa, no era más que una mezcolanza de palabras inglesas que carecía de una pronunciación, una sintaxis y una gramática coherentes.
Con la ayuda de terapeutas del lenguaje, las niñas finalmente aprendieron a hablar inglés, mas nunca lo suficientemente bien como para alcanzar a otros niños de su edad e integrarse completamente en la sociedad.
Por fortuna, la mayoría de los gemelos se salvan de este trágico destino, ya que están suficientemente expuestos a su lengua materna y así esta puede anteponerse a su habla gemela.
Un habla gemela carece de la complejidad necesaria para funcionar en el mundo exterior, de modo que la mayoría de gemelos criptofásicos tiende a abandonar su idioma secreto más o menos a los tres años de edad.
Pero ¿puede un habla gemela, una broma privada nacida del balbuceo, crecer más allá del dormitorio infantil hasta convertirse en un idioma realmente funcional?
Aquí es donde Matthew y Michael Youlden vuelven a nuestra historia. En vez de abandonar su habla gemela en la temprana infancia (como lo hacen la mayoría de gemelos) o de continuar hablándola en detrimento de su propia lengua materna (como las hermanas Kennedy), Matthew and Michael se entregaron a un nuevo hobby: convertir su criptofasia en una lengua funcional, con diccionario, alfabeto escrito y gramática.
“Creo que teníamos seis o siete años cuando comenzamos a tomar conciencia de nuestra lengua y a ‘moldearla’ activamente para darle la forma de un idioma casi normal, estándar”, afirma Matthew. Le dieron el nombre de Umeri a este idioma, y aún siguen elaborándolo.
A pesar de que no están dispuestos a revelar demasiado, Matthew nos aseguró que después de más de veinte años de agregarle elementos y remendarlo, el Umeri ha dejado muy atrás sus orígenes criptofásicos y ha logrado los méritos de un idioma coherente, uno que, en teoría, cualquier persona podría aprender.
Siendo los únicos hablantes del Umeri, así como sus únicas autoridades, este idioma se desarrolla a través de la colaboración y el consenso entre ambos. Matthew y Michael crearon un alfabeto completamente original que les permite escribir palabras hechas a partir de fonemas que no existen en inglés o irlandés (sus dos lenguas maternas).
Sin embargo, gracias a una reforma reciente consiguieron reconciliar su escritura con el alfabeto latino en la medida indispensable para que sea posible digitar el Umeri. Los hermanos actualizan constantemente el diccionario para conservar un registro de las miles de palabras que han agregado a lo largo de los años con el fin de que su idioma permanezca vigente y útil.
El proceso para añadir una entrada es sencillo y directo: si uno de los gemelos no puede entender el neologismo introducido por el otro, el término probablemente no será adoptado. También han desarrollado minuciosas reglas gramaticales.
Por ejemplo: todos los plurales terminan en “i” e incluso existe un caso genitivo. Es sorprendente que inclusive algunos de sus verbos son irregulares, de lo que puede inferirse que, por alguna razón fundamental, no podemos evitarlos, ni siquiera cuando inventamos nuestro propio idioma.
Cuando comprendí cuánto habían invertido en el Umeri a lo largo de los años, tuve la necesidad de saber si valía la pena mantenerlo en secreto, siendo que esto significaría que el idioma moriría con ellos.
¿Existía la tentación de grabarlo para la posteridad o para heredarlo? ¿Pasadas algunas generaciones, persistirá una pequeña comunidad de hablantes de Umeri, como se mantiene, por ejemplo, la de los hablantes del Boontling al norte de California?
“En realidad es una pena pensar que cuando ya no estemos, también este idioma dejará de existir, lo cual desafortunadamente es un dilema común que enfrentan muchas lenguas y sus hablantes en todo el mundo.
Pensamos mucho en todo esto cuando tomamos la decisión de documentar el Umeri. Es decir, por mucho que lo consideremos un idioma “real” y vivo, es solo nuestro idioma y, aunque sería muy divertido transmitirlo, también sentimos que tiene una fecha de caducidad.
Cuando nos vayamos, se irá con nosotros. Y cualquiera que lo desee podrá leer acerca de él”.
Fuente: Babbel /John-Erik Jordan
El Muni