En la Catedral de Santa Maria Annunziata se exponen en una perfecta disposición los cráneos y huesos de 813 mártires, a excepción de uno que está girado y presenta unos curiosos y enigmáticos agujeros.
Repartidas por todo el planeta múltiples son las ermitas o iglesias en las que se exhiben un buen número de huesos y caraberas humanas de personas que murieron o fueron asesinadas violentamente hace varios siglos atrás.
Muy común era la tradición de decorar esos lugares, que con el tiempo se convirtieron en sagrados y destino de peregrinación religiosa, con todos esos restos, ante la creencia de que aquellos que habían muerto de forma violenta, sobre todo si había sido por causas religiosas, protegían el lugar y tenían propiedades sobrenaturales.
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Famosos son los 813 cráneos, y sus correspondientes huesos, que decoran, dentro enormes hornacinas, la Catedral de Santa Maria Annunziata en Otranto (sur de Italia).
Todos ellos pertenecen a los mártires que fueron cruelmente asesinados el 14 de agosto de 1480 a manos de soldados del, por aquel entonces invencible, Imperio Otomano.
Tras el asedio de la ciudad, por parte de 18.000 soldados turcos, los habitantes fueron obligados a convertirse al Islam pero la mayoría se negó y, según las crónicas, más de doce mil varones mayores de 15 años de edad fueron asesinados y alrededor de 5.000 mujeres y niños hechos esclavos.
Los 813 restos de la catedral pertenecen a los últimos varones adultos supervivientes de aquella terrible matanza, quienes se habían ocultado en aquel sagrado lugar siendo finalmente atrapados y llevados hasta la colina de Minerva, a las afueras de Otranto, y donde fueron cruelmente ejecutados.
Tras la reconquista de Otranto por parte del heredero al trono de Nápoles, un año después, recuperó la Seo, utilizada durante esos meses como establo por los otomanos. Posteriormente se consagró el lugar y los restos mortales de los 813 mártires fueron guardados como auténticas reliquias.
Dos siglos y medio después, en 1711, tras la reconstrucción de la catedral se decidió colocar los cráneos y huesos de los ‘mártires de Otranto’ en los huecos hechos a expensa para albergarlos y en una perfecta disposición y colocación (a excepción de un cráneo), han permanecido a la vista de todo aquel que se acercaba a visitar el lugar.
Y es que un solo cráneo estaba colocado de manera inversa al resto y además presentaba dieciséis agujeros de diferentes tamaños y tipos que tenía intrigado a todo aquel que se acercaba hasta allí y podía comprobar ese curioso hecho.
Mucho se ha especulado a lo largo de los cuatro siglos en los que llevan expuestos los restos de los mártires de Otranto sobre el porqué había un cráneo trepanado y el motivo de ello.
La mayoría de expertos apuntaba a algún tipo de cirugía craneal o incluso había quien apostaba por una peculiar forma de tortura, pero llamaba la atención que tan solo fuese uno el que los tuviese.
Tras innumerables estudios, recientemente se han hecho públicos los resultados de las investigaciones llevadas a cabo por la Universidad de Pisa en la que se determina que la trepanación del cráneo fue realizada ‘post mortem’, con el objetivo de recoger el polvo del hueso y utilizarlo para realizar preparados medicinales, ya que existía el convencimiento de que, al pertenecer a una persona que había muerto violentamente por asuntos de fe y además sus huesos no habían sido enterrados, tenía propiedades milagrosas y curativas en enfermedades como la epilepsia.
Debido a que fue colocado de ese modo (girado respecto al resto de cráneos) en la hornacina donde está expuesto desde 1711, se cree que, posiblemente, alguien aprovechó el movimiento de los restos hasta la nueva ubicación para trepanarlo clandestinamente y obtener el polvo del hueso que sería utilizado para realizar el mencionado preparado medicinal.
En la actualidad los 813 cráneos siguen exhibiéndose, pero están protegidos por un cristal de seguridad. En 1771 fueron beatificados por Clemente XIV y, en 2013, el papa Francisco los canonizó, en un proceso iniciado por su antecesor Benedicto XVI.
Esqueletos horripilantes en iglesias de Europa.
Deodato, se le dio este genérico nombre a esta reliquia por su autoría desconocida. (Paul Koudounaris/BNPS).
Las costillas de San Vicente debajo de un manto de hojas de oro en Stams, Austria. (Paul Koudounaris/BNPS).
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Fuente; Yahoo! Noticias.
El Muni